EL FIN DEL MUNDO se ha convertido en un show cada año, se está volviendo un tema constante y de paso se ha vuelto como el cuento de “hay viene el lobo”, es decir; ya nadie cree en eso, es mas se ha vuelto un cuento que da risa.
Sin embargo es curioso ver como algunas personas creen en falsos profetas, “hombres religiosos iluminados” o en profecías de Nostradamus o malas interpretaciones de las mismas como la del Baktúm Maya, en vez de escudriñar las escrituras. Es por eso que he decidido compartir con ustedes parte de este artículo de un teólogo respetado en el ámbito de los eventos finales, no de la forma amarillista de algunos como Tim Lahaye entre otros, sino un estudio de alguien serio y muy bien documentado en esta área..
Cuando buscamos todas las descripciones bíblicas del fin del mundo, encontramos una tremenda diversidad de términos e imágenes para esa misma realidad. Podemos identificar unas veinte variantes distintas al respecto. Las principales (con unos de los textos) son los siguientes:
1-El simple hecho, sin explicación: “El cielo y la tierra pasarán,, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24:35);
2-Destrucción por fuego: el mundo se quema (2 P 3:3-14; sólo Sof 1:18 en AT; muy
frecuente en Oráculos Sibilinos pero menos en el resto de la literatura apocalíptica);
3-También por el fuego, cielo y tierra se derriten (Miq 1:4 NVI, BJ; 1 En 1:5);
4-En otros pasajes se disuelven o se desvanecen (Is 34:4 deV; “se desintegrarán” NVI; el verbo hebreo MaQaQ también significa pudrirse, Zac 14:12; Ez 24:23 NVI);
5-Según Is 51:6, cielo y tierra se disiparán como humo (“como humo se esfumarán los cielos” NVI; cf Is 34:4 BJ);
6-Una figura frecuente del juicio divino y del fin del mundo era el terremoto (Heb 12:25-28; Hag 2:6s,21s; Is 2:19-21; 13:13; 24:18-23; Jer 4:24; Joel 2:10). A veces se describe un “terremoto” de cielo y tierra (como en Heb 12:25-28); Era común en la antigüedad el tema de la vejez del mundo, como un vestido desgastado que se dobla y se bota por inútil (Heb 1:10-12 NIV; Sal 102:25-27; Is 51:6). Parecida es la figura de marchitarse (Is 34:4);
7-Se usa también la figura de enrollar como un pergamino (Ap 6:14; Is 34:4). Cuando el pergamino ya no hace falta, se enrolla y se pone a un lado;
8-Romanos presenta otra figura muy dramática y sugerente, la del parto (8:20s). Los
gemidos de esta creación son los dolores de parto de un nuevo mundo.[1]
9-Hechos 3:20s habla de “los tiempos de la restauración de todas las cosas” (que 3:19
llama “tiempos de refrigerio”). A lo mismo Mateo 19:28 llama “la regeneración” (con el mismo término de Tito 3:5 para el nuevo nacimiento. “ ¡El universo también va a “nacer de nuevo”!). En tériminos cristológicos, será la recapitulación del universo (tà pánta, todas las cosas) en Cristo Jesús (Ef 1:10).
10-Finalmente, la tranquila figura con que termina el Apocalipsis es la fuga de cielos y tierra (Ap 20:11; 21:1b), que hace más específica la idea de figuras anteriores como esfumarse o disiparse. “De su presencia huyeron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno” (21:11 NIV).
Es evidente que tantas figuras tan diversas no pueden armonizarse, ni tenemos derecho bíblicamente a escoger una o dos que más nos llaman la atención y hacer caso omiso de todas las demás descripciones del fin del mundo.[2] La de destrucción por fuego (2 P 3) es una de las menos frecuentes dentro de la Biblia, aunque más frecuente en literatura extra-bíblica. Tampoco aparece en el libro más importante al respecto, el Apocalipsis, donde el mundo termina de una manera muy diferente, bastante discreta.
El gran número de referencias al fin del mundo y la nueva creación muestra el interés y la importancia que los hebreos atribuían al tema, especialmente en la tradición profética. Esencialmente era un mensaje de esperanza: juicio sobre los opresores y los impíos, y para los fieles instauración de un nuevo orden de justicia y paz, de comunión con Dios y compañerismo entre la gente. Realmente el tema central no era el fin del mundo sino “cielos nuevos y tierra nueva” que serán un espacio para la justicia (1 P. 3:13).
[1] La fidelidad bíblica nos obliga a considerar toda la revelación inspirada (Hch 20:0,27), no sólo los pasajes que más nos parezcan. La advertencia de no quitar nada ni añadir nada (Ap 22:8s) se extiende en principio a toda la Biblia. Los reformadores insistían en tota scriptura junto con sola scriptura. Cualquier interpretación del fin del mundo tiene que tomar con igual seriedad todas las veinte o más imágenes bíblicas que describen ese hecho.
Podemos concluir que mas que fin, habrá un nuevo comienzo Cielo y Tierra nueva, es decir Dios estableciendo su Reino
[2] Quien escribió sobre “la agonía del planeta tierra” confundió los dolores de parto con dolores de muerte, ¡una confusión sumamente grave!